A mi gato.

| miércoles, 21 de octubre de 2009 | |
Estoy frente al PC, escuchando música y hablando con el Rorro (el de Viña). Te veo echado en mi cama, sereno, impertubable (salvo, claro, cuando te corra de la cabecera para poder acostarme yo). Creo que sueñas, porque mueves los bigotes, las orejas y las patas delanteras. ¿Qué soñarás, Koma? Creo que con un plato gigante de comida, porque nunca te he visto hacer actividad física.
Este gato ha estado en todas conmigo, como un amigo. Cuando estoy triste aparece de la nada, se acuesta al lado mío y busca que le haga cariño. El me "amasa" con sus patas y ronronea en mi oreja. A veces me hincha las gónadas con sus maullidos de las 10 de la noche y su constante búsqueda de cariño; lo aburro haciéndole cosquillas en la panza (¿sentirá cosquillas? no sé, pero pone cara de risa/placer). Se cansa y, para variar, se duerme.
No puedo negar que amo a mis otros dos gatos (Mephisto y Morgan), pero es contigo con el que paso más tiempo en el día. Es contigo que golpeamos a la Teresa para que se baje de la cama. Es contigo, Gato Gordo, y con la Pandy con quien veo películas. Contigo me duermo todos los días (y sigues durmiendo como hasta las 9, cuando les sirven el desayuno).
Te veo nuevamente, Koma, y veo que el yoga es lo tuyo: duermes con la pata trasera puesta en la cabeza.
Argh, me dieron ganas de despertarte, pero no. Me meteré al lado tuyo con cuidado, para no quitarte el sueño.

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