El, la.

| sábado, 17 de octubre de 2009 | |
La información que procesé fue del tipo "carrete-casa-Michelle". Me avisó el Tato. Pensé "Oh, bakán, carrete donde el Michelle, vacilón seguro y si funa la música, por lo menos con los cabros termino hablando de Metal y esas cosas". No sé por qué, pero me bañé (iba a una fiesta con mis amigos... NADIE SE ARREGLA), me cambié ropa y partí rumbo a la casa del Tato. Me dijo que después, cuando yo llegara, pasaríamos a buscar al Pancho. Ahí pensé "bueno, si la casa de los tíos del Pancho queda cerca de la casa del Michelle, ¿para qué ir a buscarlo?". No importa, a esas horas de la noche no cuestiono nada. Conversamos un rato, mientras esperábamos a la Flo y el Dani. Me mostró una cartera rosada, a la cual no le presté mucha atención. Llegó la hora: todos listos, rumbo a la casa de los tíos del Pancho. El tato me pasa la cartera rosada. "Tenla un poco, porfa". Lo miré y le pregunté para qué la había sacado. La respuesta aclaró todo: "Es para la Michelle, poh, ahue'ona'o". Y todos se rieron, porque pensé que era carrete en la casa de el Michelle y no de la Michelle, la polola del Tato.
Bueno, carrete en el "mundo rosa" (así dijeron ellos). Y, era obvio, la pasamos bien. Porque con los amigos, vayamos donde vayamos, hablamos idioteces.

PD: Es que pantalones.

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