Prólogo (La historia hasta el momento).

| viernes, 6 de noviembre de 2009 | |

¿Cómo parte todo esto? Parte como todo desastre: el desarrollo tecnológico en manos insensatas. La ambición del ser humano por el poder, por dominar a los demás.
La investigación comenzó en territorio estadounidense. El gobierno y su división de investigación bioquímica, camuflada como una empresa farmacéutica, trabajaban en un proyecto secreto para usar con sus soldados moribundos en Iraq. Los resultados de las pruebas no fueron lo que esperaban: en vez de darles vitalidad y regenerar sus heridas a aquellos agónicos seres el virus de laboratorio, esos millones de dólares invertidos, los terminaba “matando”. Pero esa muerte era el inicio. Pasado un periodo de tiempo el cadáver se reanimaba y se tornaba extremadamente violento, atacando a todo ser vivo. De esa forma se descubrió que su mordedura era altamente infecciosa, pues los funcionarios atacados por este ser sufrieron las mismas consecuencias.
Increíblemente, el gobierno de los Estados Unidos vio un gran potencial en esta nueva arma biológica. Las investigaciones siguieron durante años, tratando de buscar la cura al virus, a modo de “seguro de vida”.
No existe Dios, no existen fuerza superiores a nosotros. La vida es azarosa. La mecánica estadística tiende cumplirse. ¿Destino? No: simplemente probabilidades y algo de la Ley de Murphy.
Se hacían llamar Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, una secta religiosa armada de extrema derecha, que buscaba destruir a todo aquellos que “ofendieran” a Dios Todopoderoso y su creación. Entre los laboratorios atacados por esta secta se encontraban los de la EngiGEN Pharmaceutical Corporation, propiedad del Gobierno de Estados Unidos, aunque, claro está, no figuraba dentro de los gastos fiscales. Entraron con armas, destruyendo todo lo que encontraban a su paso, incluso unas muestras que se encontraban en unos tubos de microcentrífuga. Y es así como el escenario más irreal ocurrió: la solución que se encontraba en los éppendorfs, el virus, entró en contacto con un afta de unos de los atacantes.
George Cummings entró a la Iglesia Fundamentalista un par de meses antes del ataque a los laboratorios. Padre de 2 niñas, recientemente viudo, encontró un pilar en esta secta. El día del ataque fue de los pocos que quedó con vida. Fue detenido, junto con los otros terroristas que sobrevivieron al ataque de la policía. En la cárcel comenzó a sentirse mal. Empezó con fiebre, espasmos, vómito y dolor en las articulaciones. La demencia la asociaron al culto que seguía, así que la descartaron como síntoma. Un simple resfriado fue el diagnóstico. Al cabo de una semana los infectados alcanzan los cientos. Hoy, a 5 meses desde el primer caso, en varios países se ha decretado estado de emergencia. Las grandes urbes están infestadas de zombies. Los gobiernos mandaron a “limpiar” las ciudades, sin éxito. El bombardeo selectivo tampoco fue de gran utilidad. Los muertos vivientes siguieron apareciendo, de la nada, atacando las bases militares y los campos de refugiados. La batalla continua, pero ya se sabe cual bando ganará…

0 comentarios: