Mi amigo Eduardo y yo.

| sábado, 14 de agosto de 2010 | |
En la entrevista lo noté raro, en el sentido de que algo no encajaba en él. Cuando habló la idea se aclaró. No cruzábamos muchas palabras, más que nada porque, realmente, me daba miedo que se sintiera mal por mi trato, acostumbrado a esas palabras.

Fue en una reunión del grupo, donde el Pancho tocó el tema para aclarar el asunto sobre el ambiente en el lugar de trabajo. Y le preguntó a secas, como un disparo directo a la frente, como un golpe de martillo en la nuca. Si la pregunta fue impactante la respuesta lo fue aún más. Lo dijo, sin doblegar su voz, sin mostrar ningún sentimiento adverso. Yo, personalmente, quedé de una pieza.

Eduardo, el Edú, es gay. Sí, gay. Y es mi amigo. Yo una vez, en pretéritos tiempos, tuve un amigo maricón -y podría ponerle mil adjetivos más, pero no viene al caso- pero no un amigo gay. El Edú es gay, pero no maricón.

Comenzamos a hablar y a entablar esta relación de amistad en el comedor. Se desplazó a los cubículos, donde hablábamos de música (tiene su pasado nümetalero), de películas y, para variar, contamos chistes. Nos molestamos mutuamente. Nos reímos de las leseras que dibujamos, si está muy lejos y nadie está viendo le tiro un papel mojado. El se venga y me tira un papel lleno del alfileres.

Hoy me dijo que le caía bien, que era con el que mejor se lleva. Mínimo, si le grabo las películas, jajajajaja.

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