Este gato ha estado en todas conmigo, como un amigo. Cuando estoy triste aparece de la nada, se acuesta al lado mío y busca que le haga cariño. El me "amasa" con sus patas y ronronea en mi oreja. A veces me hincha las gónadas con sus maullidos de las 10 de la noche y su constante búsqueda de cariño; lo aburro haciéndole cosquillas en la panza (¿sentirá cosquillas? no sé, pero pone cara de risa/placer). Se cansa y, para variar, se duerme.
No puedo negar que amo a mis otros dos gatos (Mephisto y Morgan), pero es contigo con el que paso más tiempo en el día. Es contigo que golpeamos a la Teresa para que se baje de la cama. Es contigo, Gato Gordo, y con la Pandy con quien veo películas. Contigo me duermo todos los días (y sigues durmiendo como hasta las 9, cuando les sirven el desayuno).
Te veo nuevamente, Koma, y veo que el yoga es lo tuyo: duermes con la pata trasera puesta en la cabeza.
Argh, me dieron ganas de despertarte, pero no. Me meteré al lado tuyo con cuidado, para no quitarte el sueño.
0 comentarios:
Publicar un comentario