"Era, por supuesto, una mentira lo que leíste sobre mis convicciones religiosas, una mentira que ha sido sistemáticamente repetida. No creo en un Dios personal y nunca lo he negado, por el contrario, lo he expresado claramente. Si algo hay en mi que puede ser llamado religioso es entonces la admiración sin límites a la estructura del mundo hasta donde la ciencia ha podido revelarnos por el momento".
"No puedo imaginarme a un dios que premia y castiga a los objetos de su creación, cuyos propósitos han sido modelados bajo el suyo propio; un dios que no es más que el reflejo de la debilidad humana. Tampoco creo que el individuo sobreviva a la muerte de su cuerpo: esos no son más que pensamientos de miedo o egoísmo de lo mas ridículo".
Albert Einstein, el conocido científico que no dudo en mostrar su ateismo y escepticismo ante toda religión. Y que, cómo no, las mismas instituciones religiosas trataron de mostrar a un ser que creía en la existencia de un ente supremo. Señoras y señores, he aquí la prueba de que, para variar, las religiones se equivocan.
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