Un "no, me siento mal" inició el día. La causa de dichas palabras fueron las nubes en el cielo, el frío en la atmósfera. Me levanté, me bañé, tomé desayuno y salí. ¿Dónde iba? Ni yo lo sabía, sólo necesitaba salir. Necesitaba el frío recorriendo mi estructura ósea, pero, más que nada, necesitaba ese momento de reflexión que solamente te da el estar solo (muy distinto al proceso cognitivo de cuando se está acompañado).
Caen pequeñas gotas y yo camino por Ongolmo, comiendo helado. Pienso en la marcada diferencia de ese sector: el barrio alto de La Florida limita con un campamento. Gente rubia dichosa pasea en sus 4x4 mientras morenos llenos de barro tratan de impermeabilizar sus casas. Viene la micro y la tomo, para bajarme donde mi instinto me diga: bus troncal, Metro, bus de acercamiento y Paul Harris. Miles de cosas pensé en ese viaje, desde cosas tan profundas como emigrar de mi casa hasta cosas tan banales como querer unas nuevas zapatillas. Y estaba ahí, en Las Condes. Ah, tengo hambre, mejor aprovecho.
1 comentarios:
2 de diciembre de 2009, 6:29
Bilbao es otro mundo, cuando voy a ver a la Cony pienso en toda la diferencia marcada por el tamaño y el material de las casas durante el trayecto Cerrillos - Las Condes.
Y sí, el proceso cognitivo estando solo es diferente del producido con compañía, y por eso estoy solo la mayor parte del día.
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