El revolucionario silencioso.

| lunes, 20 de abril de 2009 | 2 comentarios |

Pocas veces tengo para compartir con mi abuelo, mi tata Hermógenes. La razón de esto es que ambos somos reacios al grupo familiar, pues pensamos que estan medios chiflados. A raiz de este aislamiento el apsa pegado a la TV, viendo noticias, películas en inglés o lucha libre o sino está en la terraza, leyendo el periódico o un buen libro. Y yo, claro, en mi pieza, haciendo cosas "inútiles" para la casa, pero enriquecedoras para mi.
En fin, me desvié del tema. La cosa es que invité a mi tata el día de la movilización de la CUT a que me acompañara a buscar los medicamentos de mi abuela. Nos fuimos caminando por las calles de mi barrio, conversando. Le pregunté por qué no iba a la marcha. La respuesta fue seca: "¿Pa' que ir a hueviar con esa tracalada de energúmenos termocefálicos?". Mis ojos brillaron, pues sabía que despues de esa afirmación vendría una historia.
"Y uno se cansa de pelear por nada. De pelear y torcer la mano, pero que luego la gente de arriba, los empresarios, compren a tu gente. Y eso lo se bastante bien, pues fui dirigente sindical. Primero, cuando trabajaba en el Café Haití, en perido de marchas, cuando los estudiantes salían a las calles y eran atacados por los milicos, yo abría las cortinas del local y metía una masa de cristianos pa'dentro. Luego, sí, apoyaba las marchas he iba, hasta que por salvar a un amigo casi me llevan los pacos... y el muy mariconazo apretó cueva no más y no me ayudó. En fin, te hablaba de que fui dirigente sindical. Todo partió una vez que en el trabajo, cuando en el sueldo de cada uno de mis compañeros y yo, claro, faltaban 60 mil pesos. Se armó un escándalo abajo, donde nos encontrábamos. Los compañeros decían que no podía ser, que era una injusticia. Les dije que fueramos a hablar con el ingeniero, en buena onda, que no se asustara. La masa dio un paso atrás y calló. Le tenían miedo. Qué mierda: partí solo a la oficina del tipo. Le dije si podía bajar un momento, para hablar un poco. Dijo que arreglaba algo y bajaba. Al rato se sienten los pasos del ingeniero y de a poco los que exigian los 60 mil que faltaban empezarona a arrancarse ante la presencia del jefe. Yo me quedé ahí, junto a unos compañeros. El jefe nos vio y se preguntó por los demás. Arrancaron, dije. Rió un rato y nos explicó el problema de las platas. Nos dijo que el lunes solamente los que estábamos poresente recibiríamos la plata faltante. Luego empezaron los cahuines; que éramos los regalones del jefe y cosas así. Un día me los pillé a todos los huevones y los paré en seco. "Miren, culia'os, están hablando puras huevás. Uds, por cobardes, no recibieron nada. Yo dejé de luchar por una tropa de maricones como uds. Váyanse a la mierda". Creo que con esa pará de carros gané cierto respeto porque un solo hombre se calzó a una buena manga de pelotudos mal hablados. Con ese respeto en mis hombros fui nombrado dirigente sindical en donde trabajaba. Logramos grandes avances. Hasta que empieza la caída. La empresa quería cortar (despedir, para el que no sabe) a un compañero y el sindicato presionó y presionó hasta que ganamos. La empresa, los terratenientes, los de arriba empezaron a tener miedo. Y usaron el poder fáctico, comprando gente para destruir por dentro lo que era esta unión. Y sí, al primero que compraron fua al mariconazo ese que salvamos. Luego de eso dejé el cargo, harto de esa mierda".
"Luego, bueno, Negrito, tu sabes lo demás: "pronunciamiento militar" lo llaman los momios de mierda, golpe de estado lo llamamos aquellos que vivimos el proceso completo. Salvamos vidas, rescatamos gente, pero todo bajo el amparo del silencio, para que tu abuela no se preocupara. Y yo... bueno, es lo que te pued dejar como legado. Porque plata no te dejaré. Sí, ayudé a mantenerte, Negrito, pero mi regalo más importante es la lucha. Sí, yo se que luchas, en silencio, como lo hice yo, como lo hago yo. Y nadie lo ve... o eso crees".

Tómate un Armonil, mujer.

| sábado, 18 de abril de 2009 | 1 comentarios |
Segunda vez que te veo desde que terminamos. Segunda vez que te pones nerviosa, casi histérica. Te pido la plata y explotas en cólera: "no, no haré ni un trámite". y te vas, alterada, de la sala en donde estábamos. Al rato vuelves y yo, sin dramas, sin renconr, sin pena ni nada de eso te digo "oye, yo lo hago". Me miraste, pero seguías nerviosa. "Ya, lo haré".
¿Por qué te pones nerviosa? Es infantil que te pase eso. Tu gorriaste, pero tu te enojas (claro, es parte de tu estrategia Divide Et Impera). Vive la vida, mujer. Disfruta tu mino (supongo que sigues como cuando te conocí, con una capacidad de curación increible, como yo). Disfruta la vida. Las cosas ya apsaron y yo, simplemente, no estoy ni ahí contigo. Si te veo te saludo, pero si te caes voy a ser el primero en reirme. Y fuerte.

Cazador cazado.

| martes, 7 de abril de 2009 | 2 comentarios |

El Cazador observa a su Presa, detenidamente. Observa sus ojos. Planea la forma de acercarse y dar el golpe. No, otro día. Cazador toma el Metro y se va al liceo.
Pasa el tiempo y el Cazador sigue observando la Presa, para descubrir sus costumbres y la manera en la que actúa con sus congéneres. El Cazador está dispuesto a preparar un plan.
Uno de los miembros de la jauría se acerca al Cazador. Le dice cosas inútiles y se va. El Cazador se dice a si mismo "bien, un punto a favor", sin saber, claro, que el plan de mandar al individuo a hablar con él no fue más que una treta de La Presa para poder capturarlo.

Menos mal.

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Mientras caminábamos por el cementerio recordé cierto episodio de mi vida (aunque, más bien, de la vida de la persona con la que estaba): el suicidio de la pareja de un amigo de mi ex. La chica esta, que presentaba cuadros depresivos, se ahorcó en un árbol. Y yo, el muy pesado, como me llevaba mal con el tipo, le decía a la Andrea "oye, dile al Rafa que juguemos al colgadito, a ver si adivina lo que escribí". Me decía inconsciente, malo y se plantaba a llorar. Y pensaba "uy, se podría ahorcar igual". Y menos mal que no lo hizo, o sino cómo recupero mis $18000.

Hoy te vi.

| viernes, 3 de abril de 2009 | 3 comentarios |
Esperaba en el metro a mi compañera cuando, por arte de magia, te vi. Eres la misma de hace 5 años, con tu pelo tomado y tu vestir casual. Te vi y me dieron ganas de hablarte, de decirte, por lo menos, hola. Pero no, no tenía sentido. Otro día mejor, si es que te veo te hablo, pero hoy iba apurado.
Y te vi, y palpitó mi corazón, pero así y todo sólo eres un bonito recuerdo nada más. Hoy estoy en plenitud en todo aspecto.