Surge Et Ambula.

| jueves, 26 de marzo de 2009 | 0 comentarios |
Ya los pasos son firmes. Ya el andar es seguro. Ya sacudí mis rodillas. Ahora, a seguir caminando.

El silencio otorga (libertad a un peligro público).

| lunes, 23 de marzo de 2009 | 1 comentarios |

(Acá había un comentario. Ahora ya no. Acaba de atacar la censura).

Hush, hush, darling...

| jueves, 12 de marzo de 2009 | 1 comentarios |

No me quejo, pues he tenido, en cierta forma, suerte con las mujeres. Aunque no lo niego, fui una mierda con algunas, pues, simplemente, eran parte del juego llamado "subirse el ego". Pero de todas las mujeres con las que he estado, son sólo 4 las que verdaderamente me han marcado. Hoy hablaré de una de ellas.

Todo se remonta al año 2003, cuando cursaba 3ro medio en el Liceo Arturo Alessandri Palma, en Providencia. ¿Cómo la conocí? Esto es otro de los grandes enredos de la vida: era compañera de la prima de un amigo de un compañero de curso. Ambos gustábamos de la literatura lovecraftiana y de escribir. Nos juntábamos a pasear y a hablar pelotudeces, a hacer idioteces en la calle, a bailar en los vagones de metro, ir al cine y, de vez en cuando, disfrutar de nuestros vicios: ella del café y yo del té.

Tenía un amigo en su colegio, del cual, poco a poco y sin explicación me empecé a poner celoso. Luego, cuando la veía me daban ganas de abrazarla y nunca soltarla. Y me di cuenta que me gustaba, de igual fuerza y forma como sentí por otra persona que conocí antes (por ahí a fines de septiembre del 2002). Pero me prometí nunca decirle, pues tenia miedo de que al decirle lo que sentía ella se alejara.
Pasa el tiempo y llegamos a fines de noviembre. Nos juntamos, toma mi mano y me dice "Álvaro, por favor, no quiero que despues de lo que te diga dejemos de ser amigos". Me dio miedo. Pensé mil cosas. Continuó. "Álvaro... tu... me gustas demasiado". Pasa el tiempo y un viernes 13 del año 2003 comenzamos a pololear.

En el verano nos veíamos todos los días. Salíamos a comer, a beber jugos naturales, a caminar simplemente por las calles y hablar temas como religión, política y música. Y ella, con su mochila con un parche de No Doubt (una de las cosas que odié en la relación siguiente fue el hecho de no poder escuchar temas de esta banda ni nombrarla a ella).

No Doubt. De fondo el tema "It's My Life" y nosotros abrazados en la cama de tu pieza, viendo los dibujos que habíamos hecho en el techo. Miré sus ojos, su boca. Ella me miraba de igual forma. Y dije esas palabras que nunca podré olvidar, pues, por primera vez, eran de verdad, eran de adentro: "Daniela, te amo". Un beso, un abrazo, una caricia.

Lo que vendría despues sería la caída, cosa que no contaré, tanto por respeto a ella como a mi.

Pasó un buen tiempo y nos volvimos a ver. Pensé que no sentiría anda al verte, pero no fue así.  Estaba con mi pareja de ese tiempo, abrazados, cuando te vi. La solté y corría verte (jajajaja, esa vez casi terminan conmigo). Hablamos, nos mirábamos, compartimos el mismo dulce (jajajaja) y sí, tuve ganas de abrazarte, tomart de la cintura, darte un beso, salir corriendo y gritarle a todo el mundo que habíamos vuelto. Luego recordé el motivo por el que terminamos. Seguí con mi cara feliz, pero, en el fondo, lloré, como lo hice todo un verano (conocido como el "THC Summerfest").

Ahora es 15 de mayo del 2005. Tu, con el pelo suelto, botas y esa falda que tanto me gustaba. Yo, con mi sobretodo negro y el cuello tapado con una bufanda. Ambos parados en medio de la plaza de Puente Alto. Me dices que te perdone, que fue sólo porque sentías esa conexión conmigo y nadie más, que me amabas, que quieres volver a intentarlo. Dicto mi sentencia y explotas en llanto. Me abrazas, me maldices, golpeas mi pecho. Yo ya lloré suficiente por ella, lloré lo que tenía que llorar. La abrazo, beso su frente y de a poco nos vamos separando, hasta que soltamos nuestras manos. Doy media vuelta y camino. Camino y me torturo, escuchando como lloras. empiezo a sentir ese nudo en la garganta, característico de alguien a punto de explotar. Me trato de controlar y camino. Siento como ese calor salino recorre mi cara.

Otro salto en el tiempo. Te veo en la USACH con un tipo buenmozo, tomándole el brazo. Lo miras con esos ojos brillantes, que irradian calor. Te veo feliz, como en aquellos tiempos. Te miro de soslayo, para que la persona que me acompaña no se de cuenta. Y sonrío, pues eres feliz.

Y esa es la historia de Daniela Rojas, la primera mujer en robarse mi corazón. Tiene el mérito de ser la primera mjuer a quien he amado. Y la que me hizo comprender y entender la diferencia entre 2 cosas que parecen similares, pero son muy distantes una de otra.

(N. de R.: Esta nota nace a raiz del tema "Don't Speak", que escuchaba en el PC. Y la escribo porque, simplemente, hoy tengo la libertad de hacerlo, sin reproches y a sabiendas de que Daniela es parte del pasado, de un bonito y agradable pasado. Lo que tengo ahora no lo cambio por nada).

El "no se qué" tuyo (y sólo tuyo)

| martes, 10 de marzo de 2009 | 4 comentarios |
Desde que te vi, hace 6 años, llamaste mi atención. No se si son los ojos o ciertas formas de tu cara. No es tu cuerpo. No es tu pelo. Es una sensualidad innata que engloba las cosas antes nombradas y otras sin dilucidar.
Te conozco. No eres de esas de "calentar la sopa"; es más: de cierto modo eres un tanto "merme" en esa índole. Pero así y todo los hombres te seguimos. ¿Qué tendrás? ¿Feromonas? No, no lo creo. O puede que sí.
Recuerdo el momento en que hicimos pública nuestra relación y mucha gente (hombres) dejó de hablarte. Mucha gente te paró los carros por andar con el tipo del corte de pelo raro (y que ahora normalizó). Recuerdo las palabras de mi viejo, al felicitarme por estar con "una niña inteligente y hermosa, como las pocas que hay en el universo".
Wow, acabo de tener un punto de orgullo, al ver el paso del tiempo y de las cosas, de... ah, bueno, ¿para qué tan despectivo?

Mutatis Mutandis

| viernes, 6 de marzo de 2009 | 0 comentarios |
Se inicia mi año de actividades y, por consiguiente, el resultado de todos los cambios efectuados en este tiempo. Y yo, feliz.